Cansada de leer y contar pobrezas Despertó. Eso dijo: «Para ver con sus manos al mundo» Parecía simple. Abandonar el sexo Renunciar a la sangre Derrumbar vaginas dentadas, labios babosos de deseo Y erectos campos de placer A cambio del autoconocimiento El antiguo y olvidado cuidado de sí Que implica el amor a los otros Ese día la mujer renunció a mirar al mundo Con aquel único ojo que le habían enseñado a usar Un ojo voluptuoso con grandes pestañas oscuras cargadas de misterio y deseo… Con un apetito infinito por la vanidad Aprendió a usar su otro ojo El ojo herido, el ojo desenfocado, el ojo que por defecto Completa la visión globalizante con conocimientos prehistóricos Y es que la prehistoria es lo que existe antes del texto. Este es apenas un pretexto. Ojalá, espero con ansias Que escriba un joven, una joven Sus primeros postextos.
El espacio en la red de María del Carmen Pérez Cuadra.