No sin amor le dijo esa tarde:
«No me alimento de pescado crudo
Y prefiero evadir las escaleras
Me como sí, tu casa de fuego
Lloro, aprendo/aprehendo y trago
Devuelvo algo más puro
Digamos que no es monte, no es aguja, no es piedra, no es trago…
es auténtico, es mío.»
¿Por qué?—Le dijo ella—, si yo también
He aprendido del miedo
He aprendido del silenciamiento forzoso
De las pérdidas…
He aprendido de las amistades pegajosas, peligrosas, volátiles e incendiarias…
Entonces, levantó su mirada roja para decirle:
«A veces es necesario comerse al maestro.
Devorarla»
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