Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2008

Había una vez una mujer

Cansada de leer y contar pobrezas Despertó. Eso dijo: «Para ver con sus manos al mundo» Parecía simple. Abandonar el sexo Renunciar a la sangre Derrumbar vaginas dentadas, labios babosos de deseo Y erectos campos de placer A cambio del autoconocimiento El antiguo y olvidado cuidado de sí Que implica el amor a los otros Ese día la mujer renunció a mirar al mundo Con aquel único ojo que le habían enseñado a usar Un ojo voluptuoso con grandes pestañas oscuras cargadas de misterio y deseo… Con un apetito infinito por la vanidad Aprendió a usar su otro ojo El ojo herido, el ojo desenfocado, el ojo que por defecto Completa la visión globalizante con conocimientos prehistóricos Y es que la prehistoria es lo que existe antes del texto. Este es apenas un pretexto. Ojalá, espero con ansias Que escriba un joven, una joven Sus primeros postextos.