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Mostrando entradas de 2008

Los perros y las perras [a propósito de los conflictos del poder cultural del momento]

Los perros mejor entrenados se saben de memoria los poemas más famosos de Lorca y de Neruda. Otros, entusiastas y cobardes no tienen miedo de decir lo que piensan corren riesgos de que los nombren “perras” [Ser nombrado “perra” es denigrante] —Pero es sólo al principio, luego se corren y dejan que los otros les muerdan y les saquen la sangre. Otros, es mi caso, se encierran en las esquinas orinan y delimitan su terreno elaboran contrapropuestas bien argumentadas [Hasta ni duermen por estar investigando] Luego, los perros educados se acercan y ofrecen protección si se está de su lado. La sangre de perro y perra se agita y al final todos resultan con alguna mordida más o menos grave.

El amor es una forma geométrica irregular

Temprano. Desperté para ver el paisaje de tu cuerpo a veces magnífico, a veces misterioso, y sé que no puedo morderte alimentarme de tu carne, sos inalcanzable, irretenible. La pereza me carcome en esa parte de no querer ver gente por eso es que te busco caballito de mar caballito de feria para recolectar, ordenar, coleccionar pedazos sueltos, algo que no sé si me hará feliz. Solución recurrente: tu voz da lecciones colonizadas «La felicidad es una pistola caliente» ¿o transculturizadas? No sé si te comprendo por eso me conformo con luchar por entrar en mí misma abeja en su panal de miel miel en su panal de abeja. Allí, corazón, cuando pases por esa puerta el hilo de acero cortará tu cuello, entonces te partiré haciendo formas irregulares, quizá tréboles, quizá cerezos, después, voy a comerte.

Navidad en Managua

El día está soleado y caluroso a tal punto que sobre el caminito de tierra el vapor transparente reverbera y se eleva hacia un cielo azul apenas moteado por unas nubes blancas. —¡Corré, corré! Si no querés que te mate— Grita el más alto, mientras persigue al más pequeño y gordito de los tres. —¡Agarralo, agarralo, que no se te escape! Los muchachitos corren a gran velocidad hacia las ventas de comida humeantes y entre las sillas plásticas de los restaurantes improvisados del malecón de Managua. Hasta que Simón Pedro se tropieza y cae aparatosamente rozando con su pie derecho uno de los tenamastes que sostiene una porra con sopa hirviendo. Por un momento intenta levantarse pero no puede y suelta al fin de sus pequeñas manos un pez plateado que todavía se retuerce en los estertores de la muerte por asfixia. Abel y José Daniel frenan de golpe la carrera al punto que sus pies esquían un poco sobre la mugrosa acera. —¡ Híjoela!, ¿te jodiste?— pregunta Abel. —¡Simón!— gr

Había una vez una mujer

Cansada de leer y contar pobrezas Despertó. Eso dijo: «Para ver con sus manos al mundo» Parecía simple. Abandonar el sexo Renunciar a la sangre Derrumbar vaginas dentadas, labios babosos de deseo Y erectos campos de placer A cambio del autoconocimiento El antiguo y olvidado cuidado de sí Que implica el amor a los otros Ese día la mujer renunció a mirar al mundo Con aquel único ojo que le habían enseñado a usar Un ojo voluptuoso con grandes pestañas oscuras cargadas de misterio y deseo… Con un apetito infinito por la vanidad Aprendió a usar su otro ojo El ojo herido, el ojo desenfocado, el ojo que por defecto Completa la visión globalizante con conocimientos prehistóricos Y es que la prehistoria es lo que existe antes del texto. Este es apenas un pretexto. Ojalá, espero con ansias Que escriba un joven, una joven Sus primeros postextos.

ANIMAL INÉDITO/ MONÓLOGO DE UNA POETA MENOR

Allí estaba. El joven aprendiz de patriarca, con su lengua de hormigas bravas alimentadas con menta y licor de espinas. Vino para que yo resolviera esta pregunta: «¿Qué tipo de animal sos?» Entonces y ante aquella interrogante vacié mis bolsillos pasé las manos por cada grieta, por cada accidente que he sufrido y pienso, pienso, pienso… ¿Qué tipo de animal soy?, ¿Qué tipo de animal puedo ser yo? Un animal feo y poco llamativo, un animal sexuado, un animal amarrado a un árbol de aguacates morados, un animal anónimo, un animal opacado. Ante esto, el límite se transforma en vértigo que también me interroga: «¿Qué tipo de animal no sos?» Sobre todas las cosas, no soy un animal que está en venta. Soy más un animal alimentado con papel reciclado que vomita por sí solo y no uno de esos que brilla y saca pecho a costa de parentescos o amistades con letrados bergantes. Soy un animal arisco pero osado, un animal astuto que se inventa a sí mismo, un animal que se