No sin amor le dijo esa tarde: «No me alimento de pescado crudo Y prefiero evadir las escaleras Me como sí, tu casa de fuego Lloro, aprendo/aprehendo y trago Devuelvo algo más puro Digamos que no es monte, no es aguja, no es piedra, no es trago… es auténtico, es mío.» ¿Por qué?—Le dijo ella—, si yo también He aprendido del miedo He aprendido del silenciamiento forzoso De las pérdidas… He aprendido de las amistades pegajosas, peligrosas, volátiles e incendiarias… Entonces, levantó su mirada roja para decirle: «A veces es necesario comerse al maestro. Devorarla»
El espacio en la red de María del Carmen Pérez Cuadra.