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Mostrando entradas de 2012

NAVIDAD EN MANAGUA

Por: María del Carmen Pérez Cuadra. El día está soleado y caluroso a tal punto que sobre el caminito de tierra el vapor transparente reverbera y se eleva hacia un cielo azul apenas moteado por unas nubes blancas. —¡Corré, corré! Si no querés que te mate— Grita el más alto, mientras persigue al más pequeño y gordito de los tres. —¡Agarralo, agarralo, que no se te escape! Los muchachitos corren a gran velocidad hacia las ventas de comida humeantes y entre las sillas plásticas de los restaurantes improvisados del malecón de Managua. Hasta que Simón Pedro se tropieza y cae aparatosamente rozando con su pie derecho uno de los tenamastes que sostiene una porra con sopa hirviendo. Por un momento intenta levantarse pero no puede y suelta al fin de sus pequeñas manos un pez plateado que todavía se retuerce en los estertores de la muerte por asfixia. Abel y José Daniel frenan de golpe la carrera al punto que sus pies esquían un poco sobre la mugrosa acera. —¡ Híjoela!, ¿te jodiste?— pr

Lectura en el GAM

Ayer fue el cierre del taller de escritura autobiográfica que dirigió Juan Pablo Sutherland entre agosto y octubre de este año 2012 en las instalaciones de la Biblioteca Lea+ que pertenece al GAM (Centro Cultural Gabriela Mistral).  Esta ha sido una de las actividades más enriquecedoras que he vivido en Santiago porque tuve la suerte de compartir la experiencia con autores y autoras diversos, híbridos, complejos, talentosos e interesantes. Es verdad que el enfoque era técnico, pero de pronto nos desnudamos un poco y sacamos detalles, anécdotas, estados emocionales y esperanzas que marcan o han impactado en la geografía de nuestras vidas. Descubrí,   gracias a los ejercicios de Sutherland, el papel tan potente que ocupa la poesía, y las técnicas de la lectura y la escritura de ficción a la hora que configuramos nuestros “Yo” o que trabajamos/jugamos con nuestras propias escrituras de la memoria y la autobiografía. Felizmente, nos quieren tanto nuestros cómplices y amigos qu

Día de memoria: para el álbum familiar

No tengo fotos de mi niñez, y me habría gustado tener una foto de aquel día en que casi enloquecimos de tanto jugar. Pero tengo en la memoria casi como una foto viviente, casi siento las cosquillas que duelen como garras picosas entre mis costillas y el estómago. Ese día nos habíamos quedado solos, pero nada más por un rato. Mamá estaba en el trabajo y papá había salido a pesar del toque de queda. No sé si llevaba una bandera blanca, pero era lo más seguro. Lo imagino ahora en una foto polaroid en sepia, borrosa: mi padre levantando una bandera blanca hecha de la mezcla de un palo de escoba y un pañal de gasa de mi hermana bebé.   En la cocina, hecha de tres pedazos de piedra cantera entre gris y negro de tanto hollín, se entrelazaban unas ramas secas, casi como abrazándose unas con otras para protegerse de algo, quizá del frío porque allí en esa cocina no ardía ni una chispa. ¿Y para qué íbamos a encender el fuego? Para qué si no teníamos nada más que agua y sal. Por eso fue que

En la avenida

Señor, ¿necesita ayuda? le digo. No, gracias, contesta. ¿Está seguro?, insisto. Sí, responde. Lo vi: alto, blanco y flaco, de cabellos blanquísimos… lloraba. Lo dejé solo. No sabía cómo cruzarse la avenida y tampoco quería aceptar mi ayuda. Avancé unos cincuenta metros, pero la brújula de la conciencia me detuvo y me haló hacia el desconocido. Papá, le digo. Soy yo ¿acaso te has olvidado de mí? Y el anciano por fin levanta la vista, extrañado. Vas a estar bien papá, le dije, vamos, cruza conmigo, te invito un helado. Y el hombre se dejó llevar sin dejar de mirarme.

Hambre vespertina

Mientras ella le preparaba un Barros Luco callejero, él la miró como diciéndole: «Comería de este aire sucio, bebería hasta la última gota del Mapocho, masticaría los edificios rotos por el terremoto, lamería cada teja de tu casa o me dejaría inyectar tarjetas de crédito hasta en los huesos… Mira, besaría las sombras de tus pasos sobre el pavimento candente de Gran Avenida, si tan solo me dijeras tu nombre» Pero él no se atrevió a nada. No dijo nada porque guardaba lo justo en su bolsillo. Ni siquiera una propina. «Gracias» dijo, y se fue.

Días de guerra

Día de memoria Cuando yo era una niña pequeña que apenas veía como problema grave el hecho de no poder escribir bien mi largo nombre, me tocó vivir la experiencia de la guerra, y no es que yo estuve o estuviera en ese instante en un lugar de enfrentamiento, quizá  llegué a estarlo en algún momento, como muchos otros nicaragüenses; pero ese momento que ahora traigo a la memoria... es uno en el que vi que unos hombres llegan a la casa y piden las medidas de la ropa de mi padre. Veo que sacan una cinta métrica y toman presurosamente sus medidas. Anotan en una libreta y se van. También recuerdo, como si se tratara de una masa deforme y confusa, que no había azúcar blanca, en su lugar lo que podíamos obtener era azúcar moreno. En ese momento se veía a este producto al cual me refiero como algo bastante plebeyo, y ahora con el tiempo hasta lo he comprado muy caro porque el azúcar de color oscuro, poroso y húmedo, pegajoso y de granos gruesos es más saludable que el azúcar refinado..

Un día más en Santiago. (Día del padre en Nicaragua)

Afuera el día luce espléndido. Aprovecho que hay luz natural, y para librarme del frío seco de esta ciudad ajena, he empezado a ordenar el cuartito que todos en la casa usamos de basurero. Entre las cosas que he encontrado hay desde anuncios publicitarios del año pasado que ofrecían masajes "reductivos" a $15.000 la sesión, de relajación a $12.000 y de drenaje linfático a $20.000, cachureos y cosas que ni imaginaba que eran mías: un pedazo de madera de dimensiones de 4 x 10 pulgadas, una máscara de el gato con botas y una carta. De todo lo anterior solo una cosa decía algo mío, la carta. Y esta carta no es mía en realidad, es una carta que escribió mi hijo Samuel para su abuelito Mario, mi padre, que está en Nicaragua. Casualmente un día de estos estuve pensando que la escritura sirve entre tantas cosas como para hacerse de una puerta por medio de la cual a uno le pueda llegar alguna luz reveladora, tal y como me llega ahora esa luz blanca y brillante que psicológicamente me

Están cordialmente invitados e invitadas. A mi taller de narrativa

«TODAS LAS PALABRAS CUENTAN» TALLER DE NARRATIVA CORTA Una iniciativa más de la Embajada de Nicaragua en Chile Día, hora y lugar: Martes de 17:30 a 19 hrs. República de Cuba 2645 . Metro Francisco de Bilbao Tutora: María del Carmen Pérez Cuadra. Inicio: Martes 10 de julio. (Un encuentro semanal. Duración del taller 3 meses.) Valor mensual: $ 40.000. (Se otorgarán dos medias becas) Máximo de participantes: 6 personas Resumen Este taller de escritura creativa ha sido pensado para quienes estén interesados/as en iniciarse en la escritura del género cuento. Los participantes trabajarán en sus proyectos personales de escritura al mismo tiempo que  disfrutarán de la lectura crítica de autores de diversos estilos y tradiciones. El único requisito es estar interesado en escribir narraciones cortas. La disposición de la tallerista incluye, además de los 90 minutos de encuentro presencial, un seguimiento personalizado por participante enfocado en la corrección

Soy una “AA” (autora anónima) que disfruta de su anonimato. Entrevista con la escritora nicaragüense María del Carmen Pérez Cuadra

Por: Jadive Malavera [1] Me la encontré en la calle central del Barrio Lastarria, aquí suelen confundirla con una nana peruana me cuenta, pero dice que ya se está acostumbrando, a eso y a los terremotos cotidianos. Mientras nos tomamos un café por uno de esos restaurantes pintorescos me explica que ha empezado a decir que es mapuche de pura cepa, y que así ya no le siguen preguntando que de dónde es o que por qué tiene ese acento tan raro. “…Cada vez que puedo recaigo, por eso es que te digo que soy una “AA” (doble A), allá tú si quieres entrevistarme”, me aclaró antes de que le diera on a mi mini grabadora de voz. ¿Qué te pareció la antología de narrativa centroamericana Puertos Abiertos de Sergio Ramírez, en la que se incluye una de tus narraciones cortas? Creo que es un producto necesario que fue preparado para favorecer o satisfacer esa creciente hambre del público latinoamericano por las narrativas centroamericanas. Y que por suerte ha considerado mi trabajo. ¿Y