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Mostrando entradas de octubre, 2010

El abrazo de Andrea

Ayer lloré Nicaragua En un abrazo santiaguino De mi amiga suiza. Vi en una casa ajena Mi casa Vi en familias ajenas Mi propia casa Vi en cada madre, a mi madre. Ayer lloré públicamente A mis muertos. [De la serie: “zolo soi hun cer uMano”]

Vitá-cora de padecimientos. (Fragmentos de un diario)

OCTUBRE 24 DE 2010 Ayer estuve en una reunión de padres de familia. Todo estaba bien, el lugar, el ambiente y la alegría de nuestros niños jugando al aire libre. Pero yo no tenía más que ganas de llorar. Llorar por mis muertos, unos que dejé ir solos mientras yo estaba lejos, como si me importaran menos. Recordé en aquella, mi propia casa. Y vi en las demás familias a mi propia familia. Quería sorprender a mi abuelo Víctor con una publicación en el extranjero, para que viera que la hija de su primogénito no reconocido había llegado más lejos de lo que él se imaginaba. Llevo el apellido de mi abuela paterna, con mucho orgullo, y siempre quise demostrarle a mi abuelo que había hecho muy mal en no reconocer a mi padre como hijo legítimo. Pero mi abuelo murió en junio, y no pude demostrarle nada, simplemente él me enseño que yo lo quería más de lo que sospeché. Y a hora voy a recordar su lección cada vez que vea el rostro de mi padre. Le prometí a mi tía Adela que mi novela se la d

Un sueño recurrente (Parte 2)

El tiempo se evapora, se derrite, se fuga en esta vieja ventana que ahora enmarca mi cara de gato abandonado. Afuera llueve, llueve a mares. Yo busqué por varias semanas, meses, años un botón, una palanca que me permitiera conectarme con el otro lado. Pero nada ha funcionado. He escuchado que Ofelia viene el lunes, todos han aparentado una felicidad inusual, pero yo sé que en el fondo sienten miedo de su llegada. Sí, miedo. La última vez que te vi me dijiste lo del sueño, y quizá pensaste que yo no le estaba dando importancia a lo que me contabas. Me costó trabajo entender que hablabas contigo mismo, que el café que tomabas era el de tu madre y no el mío, y que por más que yo te gritara, te besara, arañara o te golpeara como una loca, no había manera de que sintieras o me escucharas. Recuerdo el día en que me llegó la noticia. Tu madre lloraba porque estabas colgado en la rama del árbol de naranjas, ése que plantamos juntos ¿te acuerdas? Ese que conocía nuestro secreto. Tu madre que s

Un sueño recurrente

Tonight you're mine completely You give your love so sweetly Tonight the light of love is in your eyes Will you love me tomorrow? Se supone que los dos soñamos lo mismo. Él me preguntó en la mañana: "¿Te acordás de lo que soñamos?" como quien afirma que es normal soñar juntos. Entonces yo le digo: "Pues no, se me olvidó" y él que qué lástima, sabía que había sido un buen sueño, ojalá y se vuelva un sueño recurrente. Después le preparé un café colado, no un café instantáneo, «Nescafé de mierda», sino un café que yo misma recogí del arbolito que está en mi patio y que sequé y que tosté y que herví y ahora colaba yo misma, con mis propias artríticas manos. «Este café que te sirvo es mi café, tiene algo mío, y te lo doy.» Y fue así que se lo tomó como quien se toma un filtro de amor, muy dispuesto al sacrificio. Después llovió mucho y por muchos días, amanecía y con ello varios pájaros muertos esparcidos entre el jardín, la pileta del lavadero de ropa y el techo